Desde octubre de 2023 la comunidad educativa de La Normal María Escolástica desocupó sus históricas instalaciones para trasladarse a su nueva sede en el sector de La Cuchilla. Ese mismo tiempo hace que el antiguo, histórico y emblemático edificio quedó condenado al ostracismo y abandono por parte de la administración municipal.
Desde entonces la ruina acosa dicha edificación; cada cierto tiempo se va cayendo algún pedazo, y eso es solo lo que desde afuera vemos, porque de puertas para adentro la situación debe ser más dramática; de modo casi literal, se podría decir que si por fuera llueve, adentro no escampa.
El último capitulo de la ruina del edificio de lo que fué La Normal, lo vimos el pasado miércoles: un trozo más de la cornisa del frontis se ha venido al piso ante el temor de los vecinos, el asombro de los salamineños y la desidia de la alcaldía.
¿Acaso no hay nada que se pueda hacer por parte de quienes regentan los destinos del municipio? ¿Es acaso la declaratoria de patrimonio y todas las otras que le han dado a Salamina los ultimos 45 años, el mayor estorbo para intervenir cualquier espacio? ¿Es de verdad el Ministerio de Cultura un obstáculo para la preservación del patrimonio? ¿Estamos condenados a ver caer otro edificio emblemático de la ciudad como sucedió con el teatro?
Lo que sucede aquí en Salamina no es lo que pasa en otros pueblos de la llamada "red patrimonial". Quienes hayan viajado a Villa de Leiva, Salento, Filandia, Jardín, Barichara, Mompox, Monguí, pueden dar fe de que la declaratoria de marras no tiene a sus administraciones inmovilizadas, con las manos cruzadas ni poniendo trabas a los propietarios para restaurar y embellecer sus casas; no se evidencia abandono institucional; con un agravante: aquí en Salamina lo que se esta cayendo es lo que administra el municipio y el Estado, precisamente lo que más impacta: el teatro y toda la edificación del Palacio Municipal en su conjunto, La Normal y unos inmuebles en propiedad de la SAE (Sociedad de Activos Especiales), lo que antes era la Dirección de Estupefacientes. Cualquier desprevenido visitante verá una casa cualquiera y dirá: es un bien privado, particular, no está habitada, pero que un inmueble público, estatal, de control institucional se degrade hasta la ruina, habla muy mal de las autoridades administrativas locales, eso es inconcebible.
Las distintas declaratorias patrimoniales que ha tenido Salamina los últimos 30 años se han convertido en la disculpa perfecta para que las administraciones municipales se desentiendan de la responsabilidad de cuidado y preservación de los inmuebles y el mobiliario público.
Cómo inicio el deterioro del teatro: las actividades culturales que allí tenían lugar se fueron desplazando, la oferta de cine fue cada vez más intermitente hasta ser anulada completamente; su cerramiento fue gradual; en silencio y soledad se deterioró la silletería, se omitió cualquier auxilio a la estructura, la obsolescencia del circuito eléctrico lo hizo inutilizable; se empezó a utilizar como bodega, se guardaban escombros, materiales de construcción; todo esto hasta el punto de que el techo colapsó y así lleva más de 10 años en la ruina total. ¿De quién es la culpa, del Ministerio de Cultura o de las distintas administraciones municipales que en todos estos años eran los custodios, responsables y administradores rutinarios del lugar? ¿Si esto no es desidia cómo le llamamos?
Y la cadena de omisiones, de errores y displicencia se repite ahora con La Normal, una edificación que desde que se desocupó y se cedió al municipio comenzó un progresivo deterioro hasta el punto de caerse a pedazos.
No hay cosa más cierta que aquella frase "quien no conoce su historia se condena a repetirla". Parece que en Salamina no se aprendieron las lecciones del teatro y se repite con la ruina de La Normal.
Hoy todos evaden la responsabilidad. El Secretario de Planeación Municipal dice que dicho edificio es propiedad del Departamento de Caldas y la gobernación responde que sí es de su propiedad pero que desde que no funciona allí ningún plantel educativo se lo entregaron en comodato al municipio de Salamina. ¿Quién va a hacer algo entonces? Estamos cerca de que ocurra una tragedia, es un sector altamente transitado: es un ingreso a la ciudad, es un paso obligado de población estudiantil hacia el colegio contiguo Sara Ospina, es un sector residencial, es un paso también hacia el hospital de carácter departamental, vienen a sus citas médicas personas de Aguadas, Pácora, La Merced, Aranzazu, San Félix, Marulanda, gente que no necesariamente tiene las precauciones del caso al transitar por allí.
La comunidad salamineña, principalmente quienes nos representan deben exigir pruebas a la alcaldía de su gestión durante los últimos años para intervenir y preservar la integridad de bienes inmuebles, especialmente ahora con la edificación de La Normal; además, ¿qué han hecho entes como la Junta Local de Patrimonio o el Consejo Territorial de Planeación? Desde aquí, como simple ciudadano le hago la solicitud al Concejo Municipal para que se apersone del tema y haga el control político correspondiente al secretario de Planeación, arquitecto Juan Carlos Arias Gómez, controvertida ficha política de las últimas alcaldías y con opaco historial también en su paso por la Escuela Taller.
Las herramientas para intervenir el patrimonio de forma oportuna están al alcance. La ley 1185 de 2008 si bien define que cualquier intervención en un bien de interés cultural debe contar con la autorización del Ministerio de Cultura, el Archivo General de la Nación o el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, también dice que debe contar con la autorización de la entidad territorial que haya efectuado la declaratoria, en este caso los organismos pertinentes de la Gobernación de Caldas. El control político debe exigir al Concejo Municipal para obligar a la Secretaría de Planeación a mostrar la evidencia de estas gestiones. La respuesta que repetitivamente desde hace años da la administración municipal no se puede volver paisaje, y desde ningún punto de vista podemos aceptar que esto siga ocurriendo, en Salamina no nos podemos comer el cuento de la parálisis y el inmovilismo; es obligación gestionar,, cuidar y administrar para evitar el deterioro y la ruina.
¿Será que en el contrato de $24 millones con "el lobista" Juan David Cardona no está la gestión ante el Ministerio de Cultura para que lleguen con agilidad los recursos del teatro y evitar la ruina de La Normal? ¿O los términos de su contrato son más cómodos, fiesteros y propagandísticos?
Parece que hay una parte del patrimonio del que no conviene hablar, no se quiere mostrar, la fiesta se circunscribe a mostrar el parque, los balcones y la calle real, incomoda que se cuestione y se pregunte.
A mí me da pena, pero la celebración del bicentenario no se puede convertir en una mordaza para la crítica argumentada. Esta conmemoración no puede ser la disculpa para evitar el debate ilustrado. Me resulta asombroso que voces profesionales que uno supone ecuánimes y objetivas hayan tomado el camino de la adulación y la ceguera para aprobar cada decisión de la actual administración municipal con la manida idea de que "debemos unirnos y tirar para el mismo lado".
Interpelo a todos los salamineños, los invito a cuestionar y a exigir respuestas. Sabemos bajo qué tipo de códigos, intereses y complicidades se mueve la política. Sabemos también qué intereses se mueven en la logística del bicentenario. La incompetencia de no pocos funcionarios dentro de la administración pública ha hecho que la declaratorias patrimoniales, históricas y culturales para Salamina se hayan convertido en una carga y no un estímulo. La sociedad salamineña no puede aprobar o desaprobar la labor de su alcalde de acuerdo a qué cantante trajo a una tarima, la gestión del alcalde no se puede medir en términos de circo y carnaval.
Amables lectores, el patrimonio del que tanto nos preciamos se está cayendo a pedazos por la desidia de quienes nos gobiernan. Se puede hacer más antes de que ocurra la ruina y la tragedia. Al señor Juan Carlos Arias, secretario de Planeación, y en su nombre al alcalde Manuel Fermín, desde aquí le digo: no ofenda el sentido común ni la inteligencia de los salamineños, no puede ser que ahora la ruina estructural de La Normal sea culpa del crudo invierno como pretendió hacerlo ver en una reciente declaración. Antes que el crudo invierno estuvo la desidia administrativa. ¡No nos condenen a la tristeza, la negligencia y el ridículo!
ESQUIRLA
Este gris Vladimir nunca, nunca, nunca va a servir a los propósitos propagandísticos de nadie. En esta ventana de opinión se reconoce lo bueno que se hace, pero en esencia esta es una voz crítica, irónica y sarcástica que, como está escrito en mi perfil desde el primer día, hace ya casi cinco años es "políticamente independiente, filosóficamente liberal, prevenido con el oportunista, hostil con el narcisista." Aquí los lectores pueden opinar y comentar, estar de acuerdo o no, eso sí, todos sometidos al rigor de la respuesta. Esta voz no se unirá impunemente al coro celestial ni al comité de aplausos del alcalde y el bicentenario. De eso ya hay mucho.
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